viernes, 15 de julio de 2016

La destrucción de Europa: el fin de una era de ensueño

Europa es el continente más hermoso del mundo. Ni duda cabe. Sus siglos de esplendor sometido a longevas y absolutistas monarquías le dieron un legado arquitectónico a lo largo y ancho que supera por mucho cualquier ficción. Ya no se diga vivir sino tan sólo visitar ciudades como Viena, Roma o París, entre muchas otras, es el sueño de millones de seres humanos en todo el mundo. Porque así ha sido Europa por muchos años, un sueño, pero ese sueño lamentablemente parece acabar y transformarse en una muy amarga pesadilla.
Después de la caída de la vieja Europa con la Gran Guerra, un totalitarismo cultural y racialmente impermeable se apoderó del continente, o al menos de una buena parte de éste, y trajo años muy tristes. Con el  ansiado final de la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, que dejó tanta destrucción, sufrimiento y pérdida en vidas de inocentes, la devastada Europa inició un proceso de flexibilización. Muchos países que en otros siglos se la pasaban en una guerra tras otra se hermanaron, las migraciones tuvieron su gran auge, surgió la Unión Europea, el continente casi por entero apuntó a volverse una aglomeración cultural al estilo del Imperio Austrohúngaro, tanto como que futbolistas de ascendencia africana ahora lucen con orgullo playeras antes reservadas a la raza caucásica como la inglesa o la alemana…
Todo parecía un paraíso de libertades, donde leyes sensatas daban igualdad a todos, sin importar su origen étnico ni creencias religiosas. El problema es que la emigración a Europa no sólo llevó diversidad cultural y racial, tolerancia y flexibilización religiosa. Durante muchas décadas el continente recibió una gran oleada de emigrantes musulmanes. Quizás pocos desconfiaron de ello. Se les veía como personas que buscaban un mejor lugar para vivir, y quizás donde poder practicar su religión de manera más libre, donde la inteligencia y el culto tuvieran igual peso. Y es posible que muchos musulmanes que ahora habitan Europa piensen así, pero muchos no.
La realidad demuestra que hay musulmanes que viven en Europa sólo como un cambio de estrategia. Durante el último sitio se Viena, hace tres siglos y pico, comprendieron que militarmente ya no podían contra Occidente. El cambio de estrategia radicó en meterse a los países occidentales y destruirlos desde adentro. Lo están logrando. Mientras Europa entró en una era de tolerancia y paz, relativas, ellos siguen en pie de guerra contra una cultura, la occidental, a la que han soñado humillar, destruir y someter durante siglos. La vida de un occidental les importa menos que nada, tomarla les acarrea un trofeo y jamás un remordimiento.
¿Cómo puede vivir en paz Europa en ese mundo de tolerancia y diversidad tan bien logrado si ahora muchos van por la calle viendo la manera de matar a miles en un solo ataque?, ¿y quién tiene la culpa? ¿Europa por ser flexible a la emigración y a la diversidad cultural?, ¿los inocentes por salir a la calle?, ¿los policías por no ser adivinos?, ¿Occidente por apoyar la defenestración de regímenes dictatoriales ligados al terrorismo? Los culpables desde luego son los terroristas. Nunca jamás bajo ninguna circunstancia el asesinato de inocentes ajenos a todo será justificado sólo porque el presidente de los Estados Unidos está muy bien protegido y a él no lo han podido matar.
¿Y quién nos dice que ese odio absoluto tiene la justificación pretendida? Para ellos Occidente contamina su cultura, ése es el pretexto. Pero, ¿acaso no podrán odiar al occidental porque ha sabido vivir más felizmente la vida, tras pagar muy altos precios? El occidental ha descubierto el gran beneficio que es hacer uso de su libertad, de su inteligencia y su raciocinio. Disfruta más la vida. No se empeña en perpetuar estigmas religiosos medievales, tal sólo los ve como historia. Quizás no odian a Occidente por lo que pueda interferir en su cultura. Quizás, simplemente, le envidian su felicidad.

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