sábado, 28 de enero de 2017

Vida de una mujer amorosa (Ihara Saikaku)

Esta obra maestra de la literatura universal data de finales del siglo XVII, se trata de uno de los mejores libros que he leído y lo volvería a leer no una, sino cuántas veces se me atraviese a lo largo y ancho de lo que me dure la vida. Poder degustar de una obra con tal profundidad filosófica no es sólo un gusto, el placer de tamaña lectura me alcanza para decir que ha sido un honor. Un honor nostálgico, triste, pero honor al fin.
Se trata de una novela japonesa que repasa las costumbres de la época en que se halla situada, el Período Edo, desde la perspectiva de una anciana que ha echado a andar su memoria para relatar toda una vida dedicada a la prostitución. Quizás por la temática que sirve de fondo a Ihara Saikaku para filosofar sobre las pocas alegrías y las muchas amarguras que envuelven la existencia pueda haber quien subestime la obra, pero realmente la prostitución aquí no es más que un escenario. La verdadera sustancia de la novela radica en el hecho de que la protagonista narradora sabe sufrir con sabiduría y expone su condición como un matiz circunstancial de la vida.
La obra guarda cierto paralelismo con El retrato de Dorian Gray, exhibe la juventud como la etapa que culmina junto con la felicidad y la vejez como la puerta al deterioro, al sufrimiento y la amargura, para culminar en la resignación y el despertar de la esquiva sabiduría, que no deja de ser amarga cuando llega. De hecho muchas frases y reflexiones de Ihara Saikaku, que calan en lo más hondo, las habría firmado el propio Wilde. En esa exploración al placer que concluye en el colapso inevitable del hedonismo el japonés se le adelantó al irlandés por tres siglos casi justos.
La anciana narradora repasa su biografía desde su más tierna juventud envuelta en la vanidad, cuando la prostitución sólo encierra para ella placer, superioridad y orgullo; rápido llega el inicio de su decadencia, cuando el oficio le sigue proporcionando placer pero ahora la superioridad y el orgullo han desaparecido y el oficio es sólo una débil tabla de salvación. Y finalmente llega la vejez, cuando ha desaparecido todo, cuando ya el oficio resulta denigrante y mantenerse en él es un logro más propio para la oscuridad, la de la noche y la de la vida.
Otro de los grandes méritos de la novela es que su antigüedad no nos obliga a hacer un esfuerzo para digerir una narración tan ornamentosa que se vuelve al poco tiempo bastante densa. Nada más lejos de la realidad. Vida de una mujer amorosa es un clásico ciertamente exótico pero cuya belleza y realismo narrativo lo vuelven joven.

No hay comentarios:

Publicar un comentario