viernes, 24 de junio de 2016

China, ¿el nuevo imperio del mundo?

Son ya muchos los que dicen que China en poco tiempo será el nuevo imperio dominante en el mundo. Y razones para creerlo sí que hay muchas: China está presente en todos los continentes, en inversiones económicas gigantescas y en población. Cualquiera le puede pedir a China, ese país no tiene un límite para prestar aunque tiene bien ganada su fama de usurero con garras de tigre. Porque China, a diferencia de la extinta URSS, no regala nada a sus países afines, presta y pone condiciones draconianas para asegurar sus cobros y sus beneficios.
La URSS repartía recursos a todos los países comunistas o tirados a izquierda muy lejos de sus fronteras. Repartía su poder. Pero China, que se apropió de los huérfanos de los soviéticos, no quiere darles poder sino el poder para sí. Y de que ese poder seguirá creciendo no hay duda, de que a China le espera un prolongado período como hiperpotencia tampoco. De hecho, en algunos aspectos, ya lo es.
La única pregunta que queda por revelar es si China se colocará por encima de Estados Unidos y será el gran imperio dominante en todo el globo. La realidad es que de eso hay muy pocas posibilidades, pese a los problemas políticos y económicos del coloso norteamericano. Por cuestiones de etapas cualquiera diría que sí, que ya le toca a China. Mientras que la hegemonía de los yanquis apenas lleva un siglo casi justo, Roma fue el jefe del mundo por muchos siglos, pero eran otros tiempos.
Si vemos la historia, el reinado de España no duró tanto, ni siquiera todo el período de los Austrias. El imperio empezó con Carlos I y ya era un esqueleto desarmable a la muerte de Carlos II. El reinado de Francia tampoco duró tanto, y ni siquiera llegó a ser un imperio hegemónico en el terreno político y militar más que en los pocos años de Napoleón I. Francia fue un gran imperio exportador de cultura, cosa que, eso sí, se le agradece.
En tanto que el reinado de los Estados Unidos inició al concluir la gran guerra. Ya casi hace un siglo de eso. Y en estos tiempos en que todo gira mucho más rápido que antes, es lógico suponer que a los yanquis ya les toca ceder el cetro. No es algo descartable, pero sí lo es el hecho de que lo vaya a tomar China.
Porque China no es un país atractivo, y no hablo de sus ruinas arqueológicas ni de sus ciudades. Estados Unidos llegó a ser el gran imperio porque fue y es atractivo para todo el mundo. En un país con libertades y con una estructura política funcional y al alcance de todos, donde cualquiera querría vivir. Esas oleadas de emigrantes de los siglos XIX y XX, que llegaban de Europa buscando libertad y una igualdad ante la ley que allá no tenían, consolidaron ese gran país de derechos y libertades.
Pero China no es así. Nadie quiere vivir allá dada su fama de país represor ante cualquier disidencia. Es decir, China se antoja por su dinero a los gobiernos con problemas económicos, pero desagrada a los ciudadanos por su política.
El único camino que le queda a China para consolidarse es el que de hecho ya tomó hace mucho: metérsele a los gobiernos por sus deudas, aplicarles clausulas ventajosas para quienes quieran su dinero y llenar esos países de empresas chinas y de chinos. Porque China no está para importar población sino para lo contrario.
Eso evidentemente creará una enorme dependencia del mundo hacia el gigante asiático, indudable, pero lo descartable es que éste pueda imponer su férrea disciplina como si el mundo fuera su colonia, por más que sus líderes lo sueñen.
El modelo chino no se le antoja a nadie, después de los Estados Unidos, la sensatez impone a  fijarse en Canadá, Australia, inclusive en Singapur. Al mundo le gusta la libertad, al de izquierda y al de derecha. Y China no la ofrece. Es un país atractivo para el mundo casi desde que por allí sentó sus reales Marco Polo y luego lo relató, posee una cultura milenaria adornada con un arte bellísimo. Pero todo eso se pierde ante un gobierno heredero y fundado con el más puro totalitarismo. China seguirá siendo un país muy rico y poderoso, pero no tiene el atractivo para que el mundo lo tome como el imperio de moda. ¿Pretenderá apropiarse de ese privilegio por medios radicales, como la fuerza?

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